Miguel de Cervantes
Saavedra
(29 de septiembre de 1547 –22 de abril de 1616 –un día antes que Chaquespeare, que está mal escrito pero me
da igual–) fue un soldado, novelista, poeta y dramaturgo español.
Es considerado una de las máximas figuras de
la literatura española y universalmente conocido por haber escrito Don
Quijote de la Mancha, que se ha descrito como la primera novela moderna y
una de las mejores obras de la literatura universal, además de ser el libro más
editado y traducido de la historia, sólo superado por la Biblia (ambos de
ficción).
Fue soldado en la compañía del capitán Diego
de Urbina, del tercio de Miguel de Moncada. Embarcó en la galera Marquesa
y el 7 de octubre de 1571 participó en la batalla de Lepanto donde luchó con
valentía y fue herido de dos
arcabuzazos, uno en el pecho y otro en la mano izquierda que le seccionó un
nervio, perdiendo el movimiento y haciendo que la mano se anquilosara (es lo
que tiene, si no te mueves ganas kilos). De ahí el sobrenombre de “El manco de
Lepanto”, no es que fuera torpe.
Cuando regresaba a España la galera en la que
viajaba fue capturada por unos turcos (esos que ahora se dedican a hacer
quebabs) y fue hecho prisionero. Cinco años pasó cautivo, solico el pobre con
sólo su mano derecha por compañía (o pensabais se refería a la tarea de escribir
El Quijote cuando dijo lo de la mano… ingenuos). Intentó escapar varias veces, pero no era tan
bueno como el de Prison Break ni tenía un tatu con los planos de la cárcel y
además confió en quien no debía, pero no podemos culparle, nos ha pasado a
todos.
Al final un fraile de los padres trinitarios
pagó su rescate y pudo volver a España donde terminaría por escribir el Quijote, para que el resto de
españoles de la época y los que estaban por venir tuvieran algo por lo que
sacar pecho y sentir orgullo patrio… (además del fútbol, los toros, las playas, el sol
y las sevillanas –qué penita–).
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